Pintalabios: antiquísimas armas de mujer
Probablemente, no hay gesto más femenino que el de pintarse los labios. Ni más ligado a la historia de la mujer, puesto que los primeros “maquillajes” de los que se tiene noticia datan de la antigua Mesopotamia. Dicen que la mismísima Cleopatra se hizo crear un particular pintalabios a base de cochinillas (un insecto que se sigue utilizando como fuente de colorantes naturales y que se sigue produciendo, por ejemplo, en Tenerife) mezclado con otros productos naturales. Con la mezcla se conseguía una pasta de color rojo profundo a la que, si atendemos a la fama seductora de la reina egipcia, pocos pudieron resistirse.
La invención de un pintalabios sólido (antecedente de la actual barra de labios) se produjo un poquito más cerca. Dicen que fue en Al-Andalus (la actual Andalucía, bajo el dominio de los árabes) donde se crearon unas barritas en unos moldes hechos para tal fin que, además de ser perfumadas, daban color a los labios. La oscura Edad Media tildó estos “avances cosméticos” de demoniacos y pecaminosos. Tanto es así que no sería hasta las caprichosas cortes europeas del siglo XVII, cuando se volvería a recuperar la costumbre de maquillar las boquitas de las damas. Pero esa es otra historia…