La complejidad de la voz humana
¿Te has preguntado alguna vez por qué no podemos respirar y beber a la vez? ¿Sabes por qué nos atragantamos con tanta facilidad al beber? ¿Te has preguntado alguna vez por qué, en cambio, los bebés pueden mamar y respirar a la vez? ¿Sabes por qué los castrati tienen un tono de voz tan agudo a pesar de su edad?
Estas son las consecuencias que tenemos que pagar por tener un órgano fonador tan complejo. Si pudiéramos ver una radiografía de la parte inferior de un cráneo, la mandíbula y el cuello, nos daríamos cuenta de que hay un hueso pequeñito en forma de “U” que flota en la garganta sin estar conectado a ningún otro hueso y que sirve como áncora para los músculos que conectan la mandíbula, la laringe y la lengua. Se trata del hioides.
Mientras que en los bebés el aire fluye directamente de la nariz a los pulmones sin pasar por la boca, cuando crecemos la laringe se desplaza hacia debajo de la garganta y, con ella, el hioides. Este reposicionamiento será el que nos permitirá que tengamos una mayor gama vocal, pero que necesitemos separar los momentos en que respiramos de los que bebemos.
Así, no es hasta que crecemos un poco que tenemos la capacidad de desarrollar la variedad de sonidos de la que gozamos. Pero a lo largo de la vida la voz sufre varios cambios, hecho que demuestra todavía más su complejidad. Con el tiempo, nuestra laringe se ensancha provocando, como en los instrumentos musicales, que el tono de voz sea más grave. En los hombres este ensanchamiento es mayor debido a la hormona testosterona. Finalmente, al llegar a la ancianidad, el tono de voz se agudiza en hombres y mujeres.