Frío, frío…
Se acerca el verano, las temperaturas suben y la necesidad de refrescarnos aumenta segundo a segundo. El helado es la opción preferida por muchos y por las calles se ven cada vez a más personas con una mano ocupada por un cono de barquillo, una tarrina acompañada de una cucharilla de algún color llamativo o un simple palo de madera que quizá tenga premio.
Los hay de todos los colores, olores, sabores y texturas, más tradicionales y más innovadores, fabricados en la propia heladería o industriales, pequeños o grandes, con o sin topping, de una bola, de dos bolas, de tres bolas… eso sí, todos tienen algo en común: están muy fríos (¡aviso para dientes sensibles!).
Entre las múltiples combinaciones que podemos encontrar en el mercado, hasta ahora a nadie se le había ocurrido hacer un helado acompañado de los míticos Peta-zeta. Pues esta y otras propuestas son las que está impulsando Rocambolesc, una original heladería situada en Girona propiedad de los hermanos Roca, propietarios también de El Celler de Can Roca, que en 2011 fue nombrado el 2º mejor restaurante del mundo.
Con un diseño inspirado en la película Charlie y la fábrica de chocolate, Josep, Jordi y Joan Roca se han llevado algunos de los platos dulces más destacados de su restaurante para convertirlos en deliciosos y exclusivos helados que estarán a la venta durante todo el año.
La idea surgió en el proceso del diseño de un carrito de postres para el Celler, que pasó a convertirse en un intento de venta ambulante coartado por las ordenanzas municipales, para acabar siendo un templo para los amantes del dulce que no se pone barreras y pretende expandirse más allá de la capital del Gironès.