Menú para chefs
Igual que para ir a hacer la compra, cuando llega el momento de cocinar es mejor tener el estómago lleno. O por lo menos no demasiado vacío. Y es que si no, el hambre puede hacerse incontrolable y caeremos en la irresistible tentación de picotear de aquí y de allá antes de que la comida llegue al plato (o compraremos cosas que ni necesitamos y ni se nos habían pasado por la cabeza antes de llegar al súper).
Pero esto no solo nos sucede a los “mortales”, los dioses de los fogones a nivel mundial también son conscientes de lo que podrían llegar a sufrir sus equipos humanos en caso de estar durante horas entre fogones sin probar bocado o, lo que es peor, probando una pizca de todos y cada uno de los platos sin poder llevarse una buena cucharada a la boca.
Es por eso que, antes de comenzar a crear y servir los espectaculares menús que degustarán sus afortunados comensales, las plantillas de los mejores restaurantes del mundo se alimentan con platos sencillos pero energéticos.
En el imaginario colectivo, las cocinas de los grandes restaurantes aparecen como los más modernos laboratorios llenos de aparatos extraños e innovadores, mucha tecnología, inventos, creaciones impensables… Pero cuando se trata de alimentar a los compañeros, todo se simplifica.
El hecho de dar a conocer los entresijos de este tipo de restaurantes a través de libros de recetas o documentales ha dado un giro radical a la visión que los grandes chefs habían tenido en otros tiempos, en los que incluso hacían alarde del secretismo reinante. Y es que, la rentabilidad de este tipo de materiales es igual o mayor que la de sus lujosos libros con recetas imposibles de elaborar en la cocina de una casa normal y corriente.
Ferran Adrià lanzó en otoño el libro La comida de la familia (sobre qué se comía en elBulli antes de cada servicio); los reconocidos chefs Thomas Keller y Heston Blumenthal también han editado libros de cocina “At home”; el recién estrenado vídeo Noma: Staff Meal enseña qué come la plantilla del Noma (nombrado el mejor restaurante del mundo).
Puede que las llamadas family meals se hayan convertido en un negocio, pero eso significa que hayan perdido su esencia: es un momento de relajación, de disfrute, de fomentar el compañerismo.
Y es que, como dice David Chang: “Si no pones pasión en alimentar a tu gente, ¿cómo pretendes cocinar para quien paga por ello?”