Propósitos para el nuevo año… ¿o pasamos?

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Pues ya estamos aquí de nuevo, estrenando un flamante y jovenzuelo 2014. Si has sobrevivido a las Navidades te encontrarás en ese momento de reflexión que siempre trae el inicio de un nuevo año. Es una tradición, como comerse las uvas el día 31. Repasamos, analizamos y lo sintetizamos todo en una lista que a veces resulta ser una losa a nuestras espaldas durante los 12 meses que ahora empezamos.

Propósitos que pueden englobar aspectos físicos o de salud, son muy típicos: hacer más ejercicio, comer más sano, perder un par de kilos para entrar en estos pantalones tan monísimos que te han traído los Reyes. Otro tipo de metas pueden ser: organizar mejor el tiempo, sacar más provecho al día sin volvernos locos, dedicar más tiempo a los peques, hacer un cursito cualquiera (para complicarnos aún más la existencia). Propósitos hay casi como estrellas en el cielo, miles, cientos… pero la cruda realidad es que nuestra vida es la que es y es difícil alcanzar a veces las metas que nos proponemos. ¿Y qué sucede entonces? Que aparece la tan manida frustración. Mira que nos cuesta ser realistas.

En diciembre he tenido la oportunidad de asistir a unas cuantas sesiones de coaching y además de disfrutar mucho he sacado muchas y buenas conclusiones. Yo iba con mi listita de metas que quería alcanzar, ideas muy claras de aspectos a tratar para encontrarme mejor. Cierto es que justo empecé estas sesiones algo confundida, con un batiburrillo de sentimientos, intenciones y propósitos. Después de varios días dando vueltas a esos objetivos llegué a la conclusión de que el principal objetivo era prescindir de ellos.

No me entendáis mal, no pretendo ser una cabra loca que viva el día a día sin pensar en nada más (aunque hay quien dice que le funciona bastante bien), no es mi estilo. Pero yo solita llegué a la conclusión de que soy excesivamente controladora, muy exigente conmigo misma y ser tan rígida hace que la frustración sea una invitada habitual que se presenta ya como Pedro por su casa.

¿Mis propósitos para el nuevo año? Ninguno, no tengo lista de propósitos, creo que no la necesito, no quiero presión, no necesito ir tachando para sentirme mejor, no necesito esa lista para sentirme más realizada. Este año, por primera vez en mucho tiempo quiero ir tranquila, sin demasiadas expectativas, disfrutando de lo que venga y capeando los problemas, si es que aparecieran.

Si acaso creo que más que listas lo que necesitaba era actitud, un cambio de actitud que me ayudara a sonreir, a aceptar y a disfrutar de todo aquello que se venga presentando. No creo que haga falta apuntar en una lista que debo hacer más ejercicio, pues mi cuerpo me avisa de que así es. ¿Comer más sano? Pues más de lo mismo, si desde que ceno ligero duermo mejor y no siento pesadez, es una cuestión de ir escuchando a mi cuerpo. Y así podemos generalizarlo a otros aspectos más complicados. No podemos (ni debemos) sintetizarlo todo en un trozo de papel, ¿te apetece mejorar algo? ¡hazlo sin más! ¿Crees que con un pequeño cambio puedes encontrarte mejor y sonreír más?, no lo dudes y ponte manos a la obra. Pero según vayas viendo que lo vas necesitando.

Además, las dichosas listas son olvidadas cuando la primavera despunta, se quedan en un cajón para ser recuperadas cuando el año toca a su fin y de nuevo nuestra compañera, la frustración, aparece.

Así que, ¿quién me acompaña?, ¿quién se apunta a este cero propósitos con el que comienzo 2014?

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El color de los dientes depende del color de la dentina, que es amarillenta, y del grosor, superficie y composición del esmalte.