La magia y las ganas de creer en los niños: ¿hasta cuándo el Ratoncito Pérez?
La magia, los mitos y la ilusión forman parte de la vida de nuestros hijos y solo cuando van creciendo todo eso se va difuminando y desapareciendo. Mi sobrina tiene 6 años y está en pleno proceso de caída de dientes. No hace mucho ha perdido uno de los de arriba, le costó mucho, tardó tiempo en soltarse y no permitía que nadie se lo tocara. Solo la ilusión de recibir la visita del Ratoncito Pérez la hacía sobrellevar las molestias dignamente. Y aunque lo pasó un poquito mal, comprobar que se le mueve el diente de al lado ha sido recibido con gran ilusión porque de nuevo nuestro amigo el ratón recogerá un diente de debajo de su almohada.
Mi hijo está a punto de cumplir 10 años y ya dejó atrás sus primeros dientes de leche. La ilusión que tuvo fue la misma que os contaba de mi sobrina. Ilusión acompañada de orgullo por hacerse mayor. Era como si el Ratoncito Pérez no sólo se llevara un diente, sino también diera paso a una nueva etapa. ¿No os ha dado esa sensación con vuestros hijos?
Pero hace tiempo que sus dientes se estacaron, ahora toca el turno a colmillos y muelas, ¡cosas de chicos grandes! Y ya sabéis que cada niño tiene su ritmo. Algunos de sus amigos ya han perdido alguna que otra pieza, pero las suyas se están haciendo esperar. Él crece, va madurando y va dejando atrás algunos de esos mitos que nos han acompañado durante sus primeros años.
Las pasadas Navidades ya tuvo sus dudas con el tema de los regalos. Aunque bien es cierto que cuando llegó el momento clave prefirió dejar su pensamiento puramente racional, cerrar los ojos y aceptar la magia. Todavía está en ese momento de su vida donde puede elegir creer o no, a pesar de que la evidencia gana peso.
La última vez que fuimos al dentista se le ocurrió pensar en el Ratoncito Pérez y me hizo algunas preguntas de esas comprometidas con las que los padres sudamos la gota gorda. Pero hace unos días comprobó que uno de sus colmillos había empezado a moverse y de nuevo prefirió anular la razón para dejar sitio a la magia. Va a hacer 10 años, pero recibir un pequeño regalo de un ratoncillo ha despertado de nuevo las ganas de creer.
¿Cuánto tiempo nos queda de magia? Quién sabe, pero la infancia dura muy poco y lo justo es que conserve la inocencia, ¿no os parece? Tiempo tendrá de hacerse mayor, de perder esa ilusión, ese creer en lo imposible simplemente cerrando los ojos. Hace unas semanas comentaba con otra madre si sería conveniente decirles la verdad sobre estos temas a los niños cuando vemos que se van haciendo mayores, sobre si era mejor contarles la verdad sobre Reyes Magos, Papá Noel o Ratón Pérez o dejar que lo descubrieran solos. Yo no quiero contárselo, creo que lo más saludable es dejar que crean hasta que se sientan preparados y maduros para dejar de hacerlo. Y pasa como con la caída de los dientes de leche, cada niño tiene su ritmo.
El colmillo se mueve poco y parece que tardará en caer, puede que sea la última visita que nos haga el mágico Ratoncito Pérez. ¿Y vuestros hijos? ¿Aún creen en la magia?