Donde nadie llega
El 1815 fue un año en el que sucedieron diversos acontecimientos históricos que han marcado el curso de la humanidad, como la derrota de Napoleón en la Batalla de Waterloo. También fue el año del nacimiento de la seda dental que supuso un paso adelante, una evolución, una revolución.
Su aparición en el campo de la odontología para complementar la acción del cepillo de dientes fue un gran avance, ya que el cepillo no consigue acceder a ciertas zonas de la boca donde la seda dental sí que puede actuar.
Y es tan importante porque gracias a esa accesibilidad consigue prevenir la acumulación de placa bacteriana, que podría provocar caries y problemas en las encías. De hecho, un estudio llevado a cabo en Noruega durante 26 años, demostró que cuando los dientes están rodeados por encías inflamadas multiplican por 46 sus posibilidades de caerse, frente a aquellos con encías saludables.
En los últimos años, las sedas dentales han evolucionado y hoy en día disponemos de productos con cera, sin cera, con flúor, sin flúor, con sabores que aportan frescor a nuestra boca… Un mundo de posibilidades con un mismo objetivo: ayudar a conseguir una correcta higiene bucodental y disfrutar de una boca sana.