Dulce Navidad
“Navidad, Navidad, dulce Navidad, la alegría de este día hay que celebrar”. Es 24 de diciembre y del salón de un cuarto piso de un bloque de edificios sale esa bonita melodía cantada por Javi, Andrea y los dos peques de la casa, Valeria y Lucas. Es el villancico preferido de la familia.
En casa son muy de celebrar la Navidad por todo lo alto: Andrea y Valeria montan un Belén espectacular, el árbol de Javi y Lucas es la envidia del barrio y a los 4 juntos se les oye entonar villancicos casi cada noche. Pero, sin duda, con lo que más disfruta la familia al completo es con los dulces navideños en cada postre y en cada merienda.
En años anteriores, a Andrea y a Javi les había costado conseguir reducir la cantidad de dulces que comían en estas fechas, pero sabían que era la única manera de que las bocas de toda la familia superaran esta época de excesos.
Este año habían inventado un juego, del que estaban al corriente Papá Noel y los Reyes Magos, que consistía en que Lucas y Valeria conseguían puntos cada vez que se lavaban los dientes y no comer demasiados dulces al día.
En medio de la actuación, a la pequeña Valeria se le ocurre que deberían cambiar el villancico, que “eso de dulce Navidad no vale, que tampoco es tan dulce, yo creo que es más blanca…”. A lo que Lucas contesta efusivamente “sí, sí, blanca Navidad, ese también me gusta”.
Andrea y Javi, sorprendidos, preguntan a sus hijos el porqué del cambio. Y ellos no tardan en responder. “Ahora comemos menos dulces y nos lavamos más los dientes, están más bonitos y más blancos, como la Navidad”, dijo Valeria ante la atenta mirada de sus padres.
Había conseguido su objetivo y, sin pensarlo un momento, Andrea y Javi empezaron a susurrar el nuevo villancico preferido de la familia. “Oh, blanca Navidad, sueño y con la nieve alrededor…”, entonaron todos juntos, con una blanca y reluciente sonrisa de oreja a oreja.