La catedral de tus dientes
Para empezar, un acertijo: ¿sabes en qué se parecen la Catedral de Santiago de Compostela y un diente? No es el tamaño, ni el color, ni el pórtico. ¿Se te ocurre algo? ¿En nada? ¡Error! Quizá a simple vista no tienen nada que ver, pero nuestros dientes esconden algunos secretos y los vamos a desvelar.
Según el ingeniero Herzl Chai, de la Universidad de Tel Aviv, “una catedral es una imagen perfecta para entender cómo se disponen las distintas capas en los dientes.”
Él, junto con otros investigadores de la Universidad George Washington, estudiaron la estructura interior de centenares de dientes, preguntándose cómo es posible que el esmalte tenga una resistencia similar a la del cristal, pero que, al mismo tiempo, los dientes sean capaces de resistir tanta presión durante tantos años.
Esto es debido a la sofisticada estructura interna de nuestros incisivos, molares y colmillos, que, según Chai “muestra propiedades mecánicas graduadas y una geometría similar a la de una catedral, y a lo largo del tiempo desarrollan una red de micro-rendijas que les ayudan a resistir el estrés.” Y así es como consiguen mantenerse de una sola pieza durante años y años.
Ahora, cada vez que veamos una catedral, con ese aspecto macizo y robusto, recordaremos que nosotros también llevamos varias en la boca.
La única diferencia es que, mientras nosotros nos cuidamos los dientes cada día, a muchas de estas construcciones les hacen una limpieza de cara cada varios años.